Presentación
Esta es una especie de crónica o bitácora de algunas experiencias interesantes durante mis viajes por América Latina. Desde Panamá y a partir del año 2000 cuando comencé a trabajar con líderes de organizaciones sociales latinoamericanas, me ha tocado recorrer gran parte del continente. Tengo memoria de muchos eventos importantes y también he coleccionado una serie de fotografías de esos viajes. Es lo que comparto en este pequeño rincón del ciberespacio. El orden no importa, pues comienzo este recorrido en el 2008, pero los acontecimientos pueden saltar desde aquí hasta el 2000 o hacia adelante. Es lo bueno de vivir de manera no lineal. Tal y como es la realidad, vivimos en muchos universos cuánticos, donde podemos estar simultáneamente en varios lugares y tiempos. Lo virtual, lo físico, lo imaginario: todo es parte de la vida.
jueves, 25 de febrero de 2010
domingo, 15 de marzo de 2009
Lima en tiempos de la APEC
viernes, 5 de septiembre de 2008
Por el Sur de Quito
Mientras voy recorriendo los mas hermosos paisajes del Ecuador, me pregunto si no hay un Dios que sea el mejor de los artistas. Es el creador de lindos paisajes, volcanes, llanuras, ríos y selvas.
En las grandes ciudades nos hemos deconectados de la naturaleza. Sin embargo, en un rinconcito de Quito se puede ver con esperanza el deseo de volver a experimentar esa conexión. Estuve en una Ciudadela llamada Solidaridad en Quitumbe, donde proximamente se establecerá la nueva terminal terrestres del Sur de Quito. Allí he encontrado una de las mejores experiencias de habitabilidad en armonía con el medio ambiente.
La Ciudadela Solidaridad está formada por socios de una cooperativa que han convertido un lugar inhabitable en un paraiso. Rodeados por dos quebradas, símbolos antiguos de la marginación y el abandono. Ahora las riveras de las quebradas han sido convertidas en parques ecológicos, con una ciclovía y un sendero ecológico alrededor de unos 2 kilómetros de largo. También se han preocupado de convertir lo que eran pastizales en lindos jardines donde se respira el aire fresco y aromático de nuevas y antguas especies florales. Hasta las aves han regresado y han convertido el lugar en su pequeño habitat.
Las casas, construidas según la visión de los socios, reflejan armonía, comodidad y felicidad para sus habitantes. Hay confianza y seguiridad. Lo que más me llama la atención es el código de conviviencia de sus habitantes, donde tienen la obilgación de saludarse cuando se ven en las calles y veredas. Es un vecindario donde todos se conocen y se respetan. Un verdadero paraiso que no había imaginado.
Esta experiencia me recordó un pasaje bíblico que leí alguna vez en el libro de Isaías que dice:
"... me alegraré por mi pueblo, y ya no se oirán en ella llantos ni lamentos. Ya no habrá allí niños malogrados, ni ancianos que no colmen sus años; pues será joven quien muera a los cien años, y el que no llegue a ellos se tendrá por maldito. Construirán casas y vivirán en ellas, plantarán viñas y comerán su fruto">> (Isaias 65,17-21).